domingo, 21 de febrero de 2016

Meditación Luna Llena de Febrero 2016



PROPÓSITO
LA LEALTAD
CICLO: LOS VALORES DE LA UNIDAD
En colaboración con la Red de Valores, con la Red de Ho’oponopono y con la Red de Biodanza de Agartam.
La lealtad es un valor que me impulsa avanzar en unidad con mi corazón, confiando en mí sin traicionarme.  Creo en mí y me sostengo sobre mi propio eje. Avanzo y continúo, a pesar del temporal. Creo en mí, incluso cuando los demás no están de acuerdo con mis creencias o con mi manera de actuar. La lealtad a mí mismo implica que no dejo de ser mi mejor amigo, nunca.
Para eso escucho con humildad la opinión ajena, pero sin permitir que esa opinión me hunda o me detenga. Humildad no es lo mismo que inseguridad. Humildad es la actitud de evolución constante que me lleva observarme, para darme cuenta de cuándo es mi ego herido o mi ego controlador el que se impone y no, mi corazón. Es escuchar al otro con el corazón, para valorar si su opinión tiene algo que aportarme, pero sin permitir que esa opinión se convierta en mi verdad y, mucho menos, sin dejar que esa opinión me hunda o me limite. La lealtad hacia mí mismo me pide confianza en mí. La humildad me pide una actitud de observación interna.
A veces, mi humanidad puede llevarme a cometer errores o a herir a otros sin querer. La opinión de los demás puede servirme para darme cuenta y enmendar un error o reparar un daño, pero nunca debe hundirme en la desconfianza o en la incomprensión, porque debo ser yo mi mejor amigo, la persona que siempre estará ahí para abrazarme y entregarme amor.
La lealtad implica confianza y seguridad y, a veces, tomar decisiones que me apartan de otras personas. Cuando eso sucede debo mantenerme en contacto con mi corazón, para que sea el alma la que guíe el proceso y mi mente no se quede atrapada en el dolor, la sensación de injusticia o en la incomprensión. A la mente le resulta muy fácil jugar a ese juego. Por eso es importante que siga en contacto con mi alma, porque ella comprende, respeta y reconoce la luz en cada corazón. Ella me ayudará a mantenerme fiel a mí mismo, a pesar de la incomprensión ajena, a no perder el equilibrio, a seguir confiando en mí. Así, conectado con mi propia luz interna, podré ser fiel a los demás, emitir lealtad con mis pensamientos, actos y palabras, que estarán destinados a comprender, respetar y amar todo proceso humano y no, a juzgar, criticar o reprochar, ni siquiera internamente.
Cuando me mantengo fiel a mí mismo puedo ser fiel a los demás. Cuando soy leal a mi alma, la duda y la inseguridad se apartan de mí. Entonces, nada me tumba, ni me desequilibra, porque soy yo el eje fuerte que sostiene cualquier envite, cualquier incomprensión, cualquier dolor. No puedo ser leal a otros si antes no soy leal a mí.
La lealtad con humildad nace del amor y lo expande en mi realidad, porque me impulsa a ser yo mismo por encima de todas las cosas, sin emitir juicio o incomprensión hacia los demás, sino respeto y cariño. Cada uno de nosotros nos encontramos ante pruebas diferentes, pruebas de evolución que nos vuelven más sabios y valientes, más capaces de emitir amor. Ése es el aprendizaje: ser amor a pesar del dolor; ser amor en el conflicto, para resolverlo desde el corazón; ser amor ante el ataque, para evitar que la energía de lucha que desprende me impregne y me aparte de mi corazón.
Yo soy el eje que sostiene mi vida, la energía que me mantiene en pie es el amor. El amor se encuentra en mi corazón, en la luz de mi alma, por eso es tan importante que, en primer lugar, yo sea fiel a mí mismo, leal a mi sentir. Encontraré, de ese modo, la integridad. La honestidad podrá fluir a partir de mí. Mis pensamientos, actos y palabras se alinearán con el mensaje de mi corazón y, entonces, seré un potente foco de luz en el mundo, porque estaré siendo yo, en unidad con el amor.

* Por gentileza de Agartam



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